.::*Bella Traición*::.

Hola!!
Pues nada, es la primera historia que cuelgo en el foro, y espero que os guste^^
Solo os adelanto que es de vampirosXDD
Bueno, muchos besos!!

1768
Mansión de Ballencourt (Francia)

La música sonaba en el gran salón de baile de la Mansión Ballencourt. Las parejas danzaban al compás, tras sus máscaras, como si estuvieran hechizados por aquella música tan hermosa. Parecía que sus cuerpos flotaran y se elevaran del suelo de mármol, como fantasmas en la noche. En un rincón de la sala, un hombre sentado en un trono de terciopelo rojo con ribetes dorados, el Duque Ballencourt, contemplaba la danza, en silencio. A través de su máscara dorada, se podían ver a la perfección sus oscuros ojos y su piel
pálida. Estaba satisfecho.
Los bailes más importantes eran los de máscaras, puesto que nadie sabía con quien bailaba hasta el final de la fiesta. Eran misteriosos, llenos de belleza. El motivo de ese baile, era una nueva iniciación y no una cualquiera, era la de Richelle Ballencourt, la hija del duque. Por fin iba a salir en público, todos lo esperaban. Pero no era el único motivo, ya que esa noche, la presencia del místico Lorcan Rurey estaba en la mansión, algo irrepetible para todos los presentes en la sala. Era un entretenimiento en la fiesta de Richelle, solo eso.
En ese momento, la música se detuvo. Todas las parejas posaron sus pies en el suelo, saliendo del hechizo que los invadía y miraron hacia la gran escalinata de oro y mármol. El Duque se levantó de se levantó de su trono e imitó a los demás. Había llegado el momento esperado. La joven Richelle iba a aparecer de un momento a otro en esa enorme escalera.
El Duque Ballencourt la había escondido desde su nacimiento, nadie le había visto el rostro, pero decían que era tan hermosa como una flor en primavera. Los rumores no se equivocaban. Su vestido, bordado en hilos de oro, arrastraba por la gran escalinata. Aunque llevara el rostro oculto, todos sabían lo bonito que era. Los tirabuzones de su cabello negro caían sobre sus finos hombros descubiertos y su piel era tan pálida que era casi posible ver sus venas, aunque no tuviera
Su padre se levantó y fue junto a la escalinata para coger la delicada mano enguantada de Richelle. La alzó con cariño y se dirigió a todos los presentes.
- Queridos invitados, quiero presentaros a mi hija Richelle Ballencourt, la heredera de nuestro reinado.- habló con voz firme.
Todos sucumbieron a aplausos, pero eran elegantes y delicados, como un susurro del viento, en apariencia, ninguno sentía felicidad ni veneración por ella. Era como si no tuvieran sentimientos.
El Duque habló de nuevo, cuando los aplausos cesaron.
- Por favor, hagan pasar al joven Lorcan. No hay que hacerle esperar.-dijo alzando el brazo como señal.
Las puertas principales se abrieron de par en par, y dos soldados con uniforme entraron firmes mientras sujetaban a una figura que se movía y gritaba sin cesar entre sus fuertes manos. Todos les dejaban paso y sacaban sus prominentes colmillos, con rabia.
Tiraron al individuo a los pies del Duque y su hija, y los dos soldados le apuntaron con su espada al cuello. Richelle también sacó sus colmillos. Tenía sed de sangre. Hasta ese momento, jamás había probado sangre humana, había vivido de la sangre de animales del bosque que su padre le traía cuando iba de caza. Este chico que tenía ante sí, era su primera víctima, era su iniciación como vampiro.
Para su sorpresa, su padre no sacó los colmillos. Tenía un autocontrol increíble. Le soltó la mano a su hija y bajó las escaleras hasta quedar junto el chico. Sus harapos no contrastaban nada con el lujo de aquel salón. El Duque tiró del pelo sudado de él con absoluto desprecio, para que lo mirara. El chico lo miró con una mueca de asco.
.- Vaya, vaya Lorcan. Encantado de conocerte.- comentó tirando aún más de su pelo.- ¿Qué tal va tu padre con eso de intentar acabar con los de nuestra especie? Creo que mal, sabiendo que su hijo está en la mansión.
- Ballencourt, mi padre vendrá de un momento a otro, y aunque yo no esté aquí cuando eso ocurra, ¡acabará con todos y cada uno de vosotros!
El Duque soltó una carcajada burlona y todos los demás lo imitaron. Hacían esfuerzos sobrehumanos para controlarse y no lanzarse contra el chico.
- Richelle, es todo tuyo.- dio media vuelta mientras se dirigía a su hija.
La joven se aproximó a Lorcan, y lo miró con un hambre voraz. Los soldados lo cogieron por los brazos para ponerlo en pie, pero le siguieron clavando las espadas en el costado. Richelle se acercó al cuello del chico, con los colmillos fuera, y a pesar de la situación, él no parecía tener miedo. Admiró su coraje, iba a morir y seguía alerta. Hubiera sido un buen vampiro, pero iba a morir, no había vuelta atrás.
- Los míos tienen sus métodos- escuchó la voz de Lorcan en su oído, susurrante, de forma que solo pudiera escucharlo ella.- Tú no eres capaz de matar a nadie, Richelle, pero yo sí. Escaparé de esta y en cuanto esté en mi mano, vendré a por ti.
La chica se espantó por sus palabras y retrocedió unos pasos, con los ojos muy abiertos. Encima sabía su nombre, y eso la hacía estremecer.

Mola!! Que misterioso este Lorcan... Me gusta, sigue pronto!!

Lilith eres muy buena escribiendo de verdad, me as impresionao kon ese komienzo
por favor siguelo pronto
Besosss

Gracias por comentar chicas!!^^
voy a poner otro trocillo




Ella había escuchado las noticias que corrían por todos lados de Lorcan Rurey, y lo que era capaz de hacer. Había escuchado que ese chico había matado a cientos de su especie, movido por venganza o eso decían. No le extrañaba que ahora fuese a buscarla a ella. Pero era imposible, porque para eso tenía que saltarse toda la seguridad de los calabozos y de los soldados.
Richelle no se había dado cuenta, pero ahora Lorcan la miraba con desprecio y en ese momento le escupió a los pies. Ella retrocedió más pasos, horrorizada. El Duque con dos zancadas se puso delante de él y le dio un fuerte puñetazo en la mandíbula que hizo que la sangre brotara de ella. Todos los vampiros sacaron sus colmillos de nuevo, y casi se lanzan contra él.
- ¡Basta!- gritó a la gente, era la primera vez que levantaba la voz, todos retrocedieron unos pasos aturdidos. Después, lo miró con rabia contenida- No vuelvas a hacerle eso a mi hija, ¿Te queda claro? Haz otra muestra de desprecio, y morirás con más dolor.
El salón quedó en un silencio sepulcral.
- ¡Lleváoslo!- les dijo a los soldados.
Los soldados tiraron de él, pero a Richelle no se le escapó la mirada fija de Lorcan, con sus increíbles ojos azules.
Antes de salir de la sala, Lorcan gritaba, y sus palabras las dedicaba a la hija del Duque.
- No olvides lo que te he dicho, Richelle, volveré a por ti, sea como sea.
Las dos puertas de oro se cerraron con fuerza, pero tras ellas, la voz del chico seguía escuchándose. Solo cuando se desvaneció en la lejanía, el Duque Ballencourt habló.
- Que prosiga la fiesta.- dijo con un gesto, algo más calmado por la situación anterior.
La hermosa música comenzó de nuevo a resonar en la sala. Todas las damas se juntaron con sus respectivas parejas y continuaron con su baile eterno. El Duque dio media vuelta hacia su trono y Richelle lo siguió. Se sentó en una silla igual que la de su padre, pero más bajita. No quería bailar, estaba insatisfecha. Claro que no era por falta de candidatos, estaba segura que si salía a la sala montones de jóvenes se pelearían por bailar con ella, pero era por otra razón: Quería probar la sangre de aquel chico, y no lo había conseguido.
- No te preocupes, Richelle. Lo tendrás en cuanto todos nos quitemos las máscaras, entonces será tuyo.- le susurró su padre reclinándose junto a ella. Era como si le leyera la mente.
La chica solo asintió y no dijo nada. Pasó el tiempo muy lentamente, eso para un vampiro parecía imposible, pero así era. Richelle solo contemplaba como las parejas giraban y giraban al compás de la música. Parecía increíble que una fiesta dedicada a ella se tornara tan aburrida. Entonces escuchó cerca de ella una voz.
- Mi Señor, ¿me permite que saque a bailar a su hermosa hija?
Richelle miró lo que pasaba. Un joven de un elegante traje azul, se había acercado a hablar con ellos. Su padre asintió con la cabeza sin reafirmarlo con palabras. El joven le tendió una elegante mano enguantada y la miró a través de su antifaz azul, del mismo color que su ropa. Los ojos azules que la contemplaban le resultaban misteriosamente familiares, pero no le dio importancia.
- ¿Desea una bella dama como vos bailar conmigo?- le preguntó el chico amablemente.
Ella se la cogió sin vacilar un instante y se levantó.
- Por supuesto.- aquellas eran las primeras palabras que pronunciaba en toda la noche, pero fueron suficientes como para sacarla a bailar.
No habría aceptado la propuesta de otros vampiros, pero él le parecía especial. Se detuvieron en el centro de la sala y el joven posó una mano en su cintura. Richelle pareció estremecerse, pero aun así colocó una mano en su hombro y le cogió la otra con delicadeza. Entonces, comenzaron a bailar. Ahora el tiempo pareció detenerse, pero esta vez era para mejor. Las palabras no parecían necesarias en aquellos momentos. Se sentía como en un sueño, aunque hiciera mucho que no soñaba, pero comenzaba a sentir una especie de cosquilleo en el estómago. Tal vez no estuviera tan muerta como creía. Sin darse cuenta, pasaron horas enteras bailando. Se habían acurrucado en un rincón de la sala, que parecía solo para ellos dos. Los ojos que la contemplaban estaban llenos de ternura, pero tenían una chispa misteriosa. No le importaba.

uoo..

Tú historia está wenisíma!
Me ha dejado intrigada Lorcan y el chico que ha sacado a bailar a Richelle, estoy atando cabos y creo que sé que podrá pasar, espero estar en lo cierto

continúa m'hija ^^

Dios, no sera el chico que ha sacado a bailar a richelle, me lo callo.
Oye la historia esta genial me ha encantado espero que la continues. Me parece tremendo que halla vivido a escondidas toda su vida la chica.
Bueno espero que lo continues pronto

HolaaAaAaA!!
Despues de varios dias sin colgar nada... aqui os dejo un nuevo trocito^^ Gracias por los comentarios Emily y Rochelle.^^

Entonces, la música se detuvo y Richelle escuchó la voz de su padre, aunque no lo veía porque seguía contemplando aquellos resplandecientes ojos.
- La fiesta ha llegado a su fin, mis señores. El amanecer está a punto de sucumbir en el firmamento. Es hora de escuchar las campanadas del Despertar, las máscaras deben ser desprendidas y vuestras identidades descubiertas.
Una campanada resonó en la sala, pero parecía música para los oídos de todos. Así hasta tres veces. En la última campanada, los invitados se desprendieron de sus antifaces. Cuando Richelle se deshizo de ella, dejó mostrar su perfecto rostro ángel. Sus ojos ambarinos lo contemplaban todo como algo nuevo. Se dio cuenta de que su acompañante no lo había hecho.
- Adelante, quítate la máscara- le invitó
El joven le dedicó una sonrisa.
- ¿Estás segura, mi dama?
- Traed a ese estúpido de Lorcan- escuchó la voz del Duque tras de sí.
Ella asintió, también sonriendo. Pero la sonrisa se le borró cuando el joven se desprendió de su antifaz. Los mismos ojos de los que creía haberse enamorado, ahora la contemplaban con burla. El rostro de Lorcan apareció ante ella. La había traicionado no podía creerlo. Por suerte, nadie lo vio ya que estaba de espaldas a la multitud.
- Pero ¿Cómo…?
- Te dije que tenía mis métodos- le dijo enseñándole una botellita con un líquido azul.
Sin que nadie se enterara, ambos desaparecieron de la sala.
Entonces, las grandes puertas del salón se abrieron, y un soldado joven entró a todo correr, mientras la multitud le dejaba paso. Se paró frente al Duque, con respiración entrecortada.
- Ha…ha escapado…
La multitud comenzó a murmurar.
- ¿Cómo has dicho?- preguntó el Duque, aunque había escuchado a la perfección lo que el soldado había dicho.
- Lorcan ha escapado- volvió a repetir.
El Duque Ballencourt comenzó a rugir de frustración. Avanzó unos pasos hasta ponerse frente al soldado y le escupió unas palabras:
- ¡Buscadlo! aun está en Palacio. Quiero su cuerpo ante mis pies…
El soldado asintió y salió de la sala.
- -Será mejor que no hagáis nada estúpido, mi querido Duque, o su hija sufrirá las consecuencias-
Era la voz de Lorcan, hablaba en su cabeza. Dirigió su mirada hacia el techo, pensativo. Creía saber donde se escondía.
**

Ah he acertado sabía que era Lorcan, espero que lo continues pronto, no se ahora que te parece.
Bien ya sabes continua besos,
P.D:fan para tí,continua contina continua ...

La cosa se pone interesante! continua pronto!!

HI!!
Aqui os dejo un nuevo troxo... aviso, que a partir de aqui, voy a ser muy cruel muajajaja
Por cierto... alguna de aqui tambien estais en el foro de crepusculo?? creo que he visto algunos nombres por aqui que alli tambien estan XDD
Bueno, xao!! y gracias por vuestros comentarios chicas!!^^

**
Lanzó a la chica contra la pared con brusquedad, y ella cayó de rodillas en el suelo. Se quedó encogida hasta que sintió un aliento muy cerca de ella. Levantó la cabeza y le miró, mostrando sus prominentes colmillos. Lorcan retrocedió unos pasos, intimidado, pero aun así se acercó. Le puso una estaca muy cerca del corazón, y Richelle gruñó. Si se movía un poco, sentiría la estaca clavada en su piel.
- No te preocupes, no voy ha hacerte daño, a menos que las circunstancias no lo requieran- dijo el chico con ironía.
Richelle gruñó con más fuerza. Lorcan le cogió su delicada y pálida mano y la esposó con la cadena de la pared de piedra. Lorcan alzó el brazo, en señal de que no le iba a hacer nada. Fue alejándose poco a poco, mientras Richelle lo vigilaba con su mirada furibunda.
- ¿Por qué me haces esto? Yo no tengo nada que ver con esa estúpida lucha- protestó.
Lorcan la miró un segundo, después volvió a dirigir la mirada al trozo de madera que estaba afilando con una navaja, sentado en el suelo a unos metros de ella.
- Es lo justo, ¿no crees?- le contestó él, sin levantar la vista de la madera- Capturan al hijo del jefe de los Mortales… y yo capturo a la hija del Duque.
La chica no pudo responder. Vio como la espantosa luz del Sol entraba a través del balcón, e iba llenando poco a poco la habitación. Ella gimió de puro terror. Esa luz podía cegarla, no podía estar allí ni un segundo más y, para colmo, no había cortinas para tapar la ventana. Richelle se tapó con su brazo libre los ojos, y retrocedió hasta el único rincón en sombra. Si tuviera lágrimas, ahora estaría llorando. Sentía un calor abrasador por todo el cuerpo, sobre todo en los ojos.
- Haz algo..por favor…-suplicó.
Lorcan se dio cuenta de la situación. No quería que le ocurriera nada a la chica, la necesitaba, pero aquello le hizo gracia. Sonrió, aunque Richelle no lo vio pues aun se cubría los ojos. Lorcan se levantó y fue hacia la ventana del balcón. Salió un momento fuera y se apoyó en la barandilla de piedra. Sintió que el viento le azotaba el pelo, lo sentía en cada poro de la piel, lo respiraba, lo sentía dentro de él. Era una lástima que esa chica que estaba dentro no pudiera sentirlo como él. Miró hacia abajo. Estaban en lo alto de una torre del palacio, que estaba destinada a los prisioneros. Allí es de donde había escapado, pero aunque hubiera tanta seguridad, le había resultado fácil, solo tenía que usar la poción que su padre le había proporcionado. Los métodos de los Mortales, como los llamaban los vampiros, se habían adelantado mucho en los últimos tiempos. Hubo un tiempo en que habían recurrido a las armas, pero ahora usaban la magia. Era más eficaz y cualquiera podía usarla si lo hacía del modo correcto.
Recordó que Richelle lo estaba pasando mal. Salió del balcón, muy a su pesar. No tenía nada que temer, ahora que había amanecido, los vampiros no irían a buscarlos. Tenían que encerrarse en habitaciones de palacio en que las cortinas estuvieran bien aseguradas. Y él se había encargado de abrir todas las del camino.
Se concentró y cerró los ojos. Un instante después, la habitación estaba a oscuras. Unas enormes cortinas de terciopelo granate tapiaban la luz. Del mismo modo, cuatro velas aparecieron dispersadas por la habitación, iluminándola un poco. Richelle alzó la cabeza, sorprendida. Miró a Lorcan.
- Gracias-dijo simplemente.
El chico sonrió forzadamente y se acercó de nuevo a la ventana, mirando al exterior.

Wow!! Te esta quedando genial, sigue pronto!!

P.D.: Me gusta este Lorcan, interesante jeje XD

esta genial continualo pronto venga que tu puedes continuar

uoo.. era Lorcan .. lo sabía xD
Este chico me está empezando a gustar ..

Quiero saber que pasará.. continúa !

Hola chicas!!! gracias por vuestros comentarios^^ no sabeis los animos que dais!!
Aqui teneis otro trozo, espero que os siga gustando


- Hay una nube enorme que se está acercando. La dejaré un poco descorrida para ver si se nubla. Debemos estar preparados, y no te molestará.
Dejó pasar un haz de luz. Ambos sabían lo que podía ocurrir si se el cielo se nublaba. Richelle salió de su rincón. Le sorprendió lo bien que se sentía en la oscuridad. Se percató de que Lorcan la miraba con desprecio.
- No entiendo como podéis seguir existiendo sin comer, sin soñar, sin sentir… es inhumano.
La chica sonrió, con ironía. Pero estaba seria. Lorcan no sabía si era siempre esa expresión la que siempre estaba en su rostro. Sin sentimiento.
- No somos inhumanos, Lorcan. Lo creas o no, sentimos cosas.
- Sí, claro…- soltó una carcajada- sentís sed de sangre.
Richelle no dijo nada, pero lo que él decía era mentira. Si no fuera por lo que sintió en el salón de baile, no lo desmentiría.
- ¿Por qué nos odias tanto?-preguntó al cabo de un rato.
- Desde que nací, no me han enseñado otra cosa que a odiaros.- contestó sentándose de nuevo en el suelo y cogiendo de nuevo la madera y la navaja.
- ¿Por qué?
Alzó de nuevo la vista. Richelle no entendía mucho de sentimientos, pero pareció que la expresión de Lorcan mostraba compasión.
- Pobrecita… has estado tanto tiempo en la sombra, que ni tu propio padre no te ha contado la verdadera historia.
- Cuéntamela tú.
- No sé si yo quiero recordarla, resulta un poco doloroso. Además, pasó hace mucho.
Richelle no sabía porque comenzaba a sentir algo en su interior. Era una sensación extraña, parecía… ¿decepción?
Lorcan parecía sorprendido. Se escuchó a si misma gruñir.
- Está bien… si te pones así…-Richelle quiso disculparse- Hace diez años, tu padre, el Duque Ballencourt, gobernaba en nuestra aldea. Lo hacía bien, y actuaba de manera justa frente a los ciudadanos. Lo extraño es que nadie lo había visto a la luz del día, y eso preocupaba más a los aldeanos. Pero una noche, algo le ocurrió. No sabemos el qué, pero vino a nuestro pueblo y comenzó a reclutar a su “Reino”. Mordió a muchos, convirtiéndolos en vampiros, pero otros no corrieron la misma suerte, como mi madre… Yo era pequeño, pero recuerdo esa noche con todo detalle, por supuesto cuando vi caer su cuerpo a mis pies.
Estaba triste, pero esta última frase la pronunció con tanta dureza como le fue posible. Era duro vivir sin una madre, y Richelle lo sabía, le había ocurrido lo mismo.
- Lo siento.-murmuró.
Lorcan meneó la cabeza.
- No lo sientas… ¿sabes? Después tu padre y sus Malditos se escondieron en su palacio. Los pocos que dejó libres, nos reunimos. Mi padre sentía sed de venganza por la muerte de su esposa, y desde entonces, estamos en guerra.
Richelle no dijo nada. Aquella historia le había afectado más de lo pensaba. ¿Su padre era realmente tan… ¿malvado? No entendía porque se la había ocultado. Ahora entendía a Lorcan. Si hubiera estado en su lugar también querría venganza. Pero, ¿por qué seguía sintiendo cosas?
- Tú, ¿no recuerdas nada de esa noche? Se supone que en ese momento tú ya habías nacido. Pareces de mi edad…-la voz de Lorcan la sobresaltó.
- No… no recuerdo nada de mi otra vida. Se supone que morí con dieciséis años, pero no consigo recordar todo ese tiempo.-tenía la mirada ausente.
- Es decir, que el viejo Duque no solo fue a por mi aldea, también a por su familia.
Richelle lo miró fijamente. El rumbo de su vida parecía haber cambiado. Entendía el sufrimiento de toda esa gente a los que se les había arrebatado por culpa de su padre. Todos los vampiros que había visto en ese salón eran como sus esclavos atados a la voluntad del Duque, sin voluntad propia. Lo odiaba. Por haberla escondido durante tantos años, por haberle ocultado la verdad, por haberla hecho sentirse sola, por hacer daño a personas. Lorcan ya no estaba solo. Ella estaba con él.

Lilith cada vez me gusta mas tu historia esta muy interesante!!
Sigue pronto

Hola esta genial y Lorcan que pena me esta dando bueno que esta genial y ya sabes continualo. Besos

Como mola esta historia!!!!

Me esta encantando y ya soy fan declarada de Lorcan XD

Sigue pronto!!

Nuevo trozo^^

¡Vaya! estás llorando…-observó Lorcan con la boca abierta.
Richelle se llevó los dedos a su mejilla y la sintió húmeda. Contempló la lágrima que había quedado en la palma de su mano.
- Pero… los malditos no podéis sentir nada.
- Pues ya ves que sí.- él negó con la cabeza, no se lo creía.
De repente, Lorcan se giró hacia la ventana con brusquedad, al igual que Richelle. Los rayos del sol ya no traspasaban la habitación, el cielo estaba nublado. El chico se levantó con brusquedad, con la madera en la mano. Su punta estaba afilada. Se preparó para el ataque, escuchaba el sonido de pesados pasos tras la puerta. Volvió su cabeza hacia ella.
- Richelle, ponte en tu rincón oscuro y tápate los ojos. Esto va ha ser duro.
Ella no replicó, solo se decidió a obedecer. Cuando cerró los ojos, escuchó que abrían la puerta de un portazo. Fue todo muy confuso. Escuchaba gritos, ruido de metales chocando y pasos fuertes. Sabía que eran Malditos, como los llamaba Lorcan, y que él los estaba matando uno a uno con la estaca que había construido. Ahora que el cielo estaba nublado, ellos podían salir de su escondite, la luz del sol no les podía dañar. El grito de Lorcan hizo que alzara la vista con preocupación. Vio que uno de los cuatro vampiros de la habitación, se lanzaba contra su yugular. Se quedó un instante muy quieto, pero consiguió quitárselo de encima. La luz de sol volvía a filtrar en la habitación y él fue hacia la cortina y la descorrió. Los vampiros se convirtieron en humo con un grito agudo. Richelle volvió a cubrirse los ojos antes de que pudiera dañarle. Escuchó que el muchacho cerraba la cortina rápidamente y ella pudo alzar la vista de nuevo. Lorcan fue hasta la puerta a trompicones y la cerró también. Se apoyó en ella, agotado, pero sonriendo
. - Parece que nos hemos quedado de nuevo solos.
De repente, Richelle sintió un hambre voraz. Era tan apetitoso, tan dulce…Olía a sangre. Entonces vio que Lorcan tenía su elegante blusa blanca manchada de carmesí y se sujetaba el cuello con una mano. Sentía impulsos de lanzarse contra él, de probar aquella deliciosa sangre. Pero es que era Lorcan.
- ¡Estás herido! -murmuró ella.
Toda su sed pareció desaparecer de su mente, estaba demasiado preocupada. Se levantó y fue hacia la puerta. Por suerte la cadena que aprisionaba su muñeca era lo suficiente larga como para llegar hasta él. Se dejó caer a su lado y se arrancó un trozo de tela de su vestido dorado. Lorcan pareció asustarse cuando se acercó a su cuello, pensando que iba a morderle. Pero no entendía que a ella no le interesaba probar su sangre, solo quería curarle.
- Necesito agua…- murmuró para sí misma.
El chico le señaló un jarro con agua para su propia sed. Richelle se lo acercó y mojó el trozo de vestido en ella. Comenzó a limpiarle la herida. Estaban muy cerca, y ella podía sentir su corazón bajo el pecho. Era una sensación extraña, sentir el corazón de otra persona tan cerca.
Volvió a recordar el momento del baile, en el que los dos parecían uno solo. La piel quedó limpia, pero dos puntitos carmesí destacaban en su yugular. Lorcan no podía parar de preguntarse que ella no era como los demás malditos, era distinta. ¡Podía soportar el olor de la sangre! Pero no podía para de negarse esas afirmaciones, era imposible.
Richelle reprimió un grito de sorpresa.
- ¡Te ha mordido!-murmuró, asustada.
Lorcan se llevó la mano al cuello y se tocó los dos puntitos. Simplemente se quedó muy quieto, sin acabar de creérselo. La melodiosa voz de Richelle le devolvió a la realidad.
- Vas a convertirte en…
- ¡Ni se te ocurra pronunciar esa palabra!- se separó de ella con brusquedad y se fue a la otra punta de la habitación para que ella no pudiera alcanzarlo.
- Pero, Lorcan…- avanzó unos pasos, desesperada, pero la cadena no daba para más y la hizo para en seco-Tengo que ayudarte, si te pasa algo durante la transformación.
- ¡No voy a transformarme en nada!- su voz tronó por toda la habitación. Richelle retrocedió los pasos que había dado.- Lo siento.- se disculpó.
Se acercó unos pasos a ella y se sentó a sus pies.
- Lorcan, estoy contigo. No tienes nada que temer, en serio. No voy ha hacerte nada. Ahora estamos en el mismo bando.
Lorcan la observó desde abajo, aceptando el significado de sus palabras. Era irónico que fuera ahora ella la que no iba ha hacerle daño. Y había dicho, que ahora estaba en su bando, eso era imposible. Era una maldita.
- ¿A qué te refieres?
- A que comprendo como te sientes. Mi padre te arrebató algo muy importante y a mí también, mi vida. Durante estos años he estado viviendo en la mentira sin saberlo. Estoy de tu parte.

Lorcan se va a konvertir?¿?
eso si ke no me lo esperaba XD sigue prontoo
Besos!!

que bueno continualo pronto esta genial

Dios, me encantaaaaaa!!!

Lorcan se va a convertir o no? Q emocionante! Sigue pronto!!

Se va a convertir ?!
necesito saber que pasa x3!!

Como mola tu historia !

Continúa pronto !!

bueno, despues de taaanto tiempo, actualizo!
Chicas, muchisimas gracias por los comentarios!^^

¿A qué te refieres?
- A que comprendo como te sientes. Mi padre te arrebató algo muy importante y a mí también, mi vida. Durante estos años he estado viviendo en la mentira sin saberlo. Estoy de tu parte.
Él asintió. Se sentía demasiado cansado como para no creerse esas palabras, simplemente eran ciertas. Lo decían sus ojos. Sacó la llave de la esposa y se levantó. Cogió la muñeca de Richelle y la liberó. Ella lo miró sorprendida.
- ¿Qué haces?-preguntó.
- Eres libre, puedes marcharte si lo deseas o quedarte conmigo si de verdad estás de mi lado. Ahora todo por lo que he luchado durante toda mi vida, no importa. Voy a convertirme en… vampiro.-esa palabra le costó más de lo que imaginaba pronunciarla.
Richelle negó con la cabeza, sonriendo, pese a que estaba triste.
- No… Lorcan. Me quedo contigo, me necesitas y yo a ti, si queremos escapar esta noche. Además, no puedo irme aunque quisiera- sonrió aun más- ¿recuerdas la luz del Sol?
- Sí. Bien, pues escúchame. Esta noche, mi padre vendrá a buscarme con los demás aldeanos. Tendremos que enfrentarnos a los malditos, pero saldremos vivos.-sonrió- Richelle… Yo quiero sentir cosas, yo quiero vivir, yo quiero amar.- le confió sus pensamientos.
- Los Malditos podemos hacer todas esas cosas, o por lo menos yo. Algún día te lo mostraré a ti y al mundo entero.
Lorcan sonrió de nuevo. Seguía sin creérselo, pero no podía negar que antes la había visto llorar. Para ella, había sido increíble aquella sensación. Hasta que se encontró con Lorcan no había tenía capacidad de sentir, y era increíble. Aunque antes tampoco se le había presentado ocasión. Era como si realmente estuviera viva: estaba preocupada, podía llorar, podía sentir amor, odio. ¿Pero por qué ahora y no antes? La respuesta la sabía: antes estaba sola.
- Descansa, esta noche será dura.-la dulce voz de Richelle sonaba en sus oídos, pero muy lejana.
Se tumbó en el suelo, de repente se sentía muy cansado. Cerró los ojos y seguía viendo en su mente a aquella hermosa muchacha, que cogía con delicadeza por la cintura mientras volvía a bailar en el grandioso salón y la que hizo que se le olvidara durante unos instantes todos sus problemas, su identidad y su nombre. Pero no sabía si estaba soñando o era el absoluto y verdadero paraíso.
**
Tenía un solo pensamiento: sangre. Sintiendo como poco a poco la sangre de sus venas se debilitaba y su corazón dejaba de latir. Pero también sentía deseos de probarla. No paraba de sudar, su cuerpo se agitaba violentamente. Luchaba con todas sus fuerzas por mantenerse despierto, pero por más que lo intentara, le resultaba casi imposible. Notaba que la vida se le esfumaba, y con ella, todas sus luchas, todas las personas de su anterior vida, su hogar… todo.
Richelle mojó el paño en el cubo de agua, y lo pasó con delicadeza por el pecho y la cara de Lorcan. La transformación ya había comenzado. Miró el pequeño haz de luz que entraba en la habitación que ya comenzaba a hacerse a cada instante más oscuro. Tenían poco tiempo para escapar, pronto se haría de noche. Volvió a mojar el paño y lo pasó por el malherido rostro de Lorcan. Él la miró, con los ojos enrojecidos y como si los párpados le pasaran una tonelada, pero no solo eso, estaban cansados de luchar, estaban agotados. Entonces escuchó un ruido tras ella, y se levantó del suelo con estrépito. Ya no estaban solos. Un chico más o menos de la edad de Lorcan estaba allí plantado, con el rostro deformado de horror, la estaba mirando a ella. Pero se dio cuenta de que no era así, miraba más abajo, a Lorcan. Se acercó a él, pasando como un rayo frente a ella. El chico lo agarró del rostro, pero sus manos lo traspasaron. Lorcan lo miró e intentó sonreír.
- Lay…
- ¿Qué te han hecho, Lorcan?- su voz sonaba desesperada.
Entonces, se volvió hacia Richelle, parecía que ya se había dado cuenta de que ella estaba allí.
- Tú…- ahora sobre sus palabras destacaba el odio- tú le has hecho esto.
Se lanzó contra ella, pero la traspasó como había hecho con Lorcan. Richelle no entendía como podía hacer eso, se dio la vuelta y lo vio en el suelo de rodillas, mirándola con sus enormes ojos negros, llenos de rabia. Estaba dispuesto a lanzarse otra vez contra ella, pero la voz de Lorcan sorprendió a ambos.
- Está… con nosotros… no le hagas… nada…
Lay, que así era como lo había llamado, la miró sorprendido, pero aun tenía desconfianza.
- Pero, tú eres una vampira. ¿Por qué estás…?
- Por que mi propio padre me mintió sobre la verdadera causa de esta guerra.
- Tú eres Richelle, la hija del Duque, ¿no es así?
Ella asintió.
- ¿Qué le has hecho a Lorcan?- preguntó, con el mismo tono de odio que antes.
- Yo no he sido- negó- Un vampiro entró en la habitación y le mordió.
Lay se estaba pensando si creerla o no. Si era verdad que estaba con ellos, tenía una manera de saberlo. Parecía que, para su sorpresa, le importaba Lorcan al igual que a él, o incluso más. Aquello era aun más increíble. Los ojos de aquella hermosa muchacha mostraban emociones. Un maldito no podía sentir. Aunque su belleza fuera infinita. Lay sacudió la cabeza, no se dejaría engañar por eso.
- Está bien. No me fío mucho de ti, pero parece que él te importa. Por eso, si estás dispuesta a traicionar a los tuyos, cuando esta noche volvamos todo mi pueblo para atacar, quiero la puerta de entrada abierta, para que podamos entrar y a Lorcan a salvo. No me importa como lo hagas o cual sea tu plan, pero esa es una forma de demostrar tu lealtad, sino sabes lo que te espera.
Richelle asintió. No sabía como iba ha hacerlo, pero encontraría la forma. La figura de Lay se iba desvaneciendo poco a poco, y ahora fue ella quien lo miró sorprendida.
- Es un viaje astral- dijo mientras desaparecía- solo dura unos minutos. Por cierto, soy Lay, su mejor amigo. Por favor, haz lo que te pido si de verdad te importa Lorcan.
Sonrió antes de desvanecerse en el aire. Volvió a mirar por la ventana, ya era completamente de noche. De un momento a otro vendrían a buscarlos. Cogió el paño del suelo, y se agachó ante Lorcan, ahora tenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad. Le pasó el paño por la cara, y luego lo envolvió con sus manos, tal y como había hecho Lay momentos antes. Lo miró con cariño, y no pudo evitar que una lágrima resbalara por su mejilla.
- Tendrás que perdonarme después de esto, Lorcan. Se que lo que voy a decir, si lo escuchas, va a dolerte, pero no me hagas caso, todo es mentira.
Seguía con los ojos cerrados, y sabía que no la estaba escuchando, pero decir esas palabras en voz alta. Le tocó el corazón con el torso de la mano, pero no latía. Había dejado de respirar.
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me encanta tu historia!!!!
siguela prontoo
besoss!¡

Se ha convertido!!!!
Esta interesantisima, sigue pronto!!!