Todavía no tiene título =P

Bueno, ya expliqué todo en el otro post ( - Arrastrada por el Instinto - ), osea qe pongo directamente el relato, que, en mi opinión, le falta algo, no sé...ambos relatos son de la misma temática, osea qe a lo mejor encontrais parecido entre ellos, porqe me encantan los vampiros, jajaja. No le he puesto título todavía, no se me ocurre nada qe suene intrigante y qe cuadre bastante...no sé, vosotras ya me diréis qe os parece y si creéis qe hay algo mal o qe sobra, o qe hay qe mejorar Espero qe os guste, chicas



Nunca había querido imaginar cómo es morir lenta y dolorosamente, o, peor aún, resistir minuto ese dolor hasta conseguir sobrevivir. Ahora lo sabía. Él tenía la mirada cautivadora. Y yo, como una tonta, caí en su trampa. Me embelesé en sus ojos, y consiguió lo que quería.

Se acercó un poco más, justo hasta situarse entre mi barbilla y mi clavícula. En ese preciso instante sucedió. Sentí ese dolor punzante, lacerante, insoportable con todas las de ganar. Me estaba mareando, la vista se me nublaba, me sentía caer y caer sin parar, no aguantaba la presión, y, de pronto...negro. Negro vacío y opaco. Parecía estar flotando en el aire, elevada hasta el infinito por fuerzas que era incapaz de describir. Y dolor. Sentía dolor por dentro, se me sacudían las entrañas, hasta los más pequeños nervios de mi cuerpo parecían explotar en mil pedazos desgarrando y dañando mi piel desde el interior. Abrí los ojos. O eso creí hacer. Podía ver mi cuerpo suspendido en el vacío, débil y pálido...Una sacudida. Dos. Tres. No, otra vez no. Empecé a descender a una velocidad vertiginosa, me mareaba sólo de pensar en ello, cerré los ojos rápidamente y caí. Sentí un fuerte golpe, que, a pesar de todo, no me dolió.

De nuevo, abrí los ojos. Me escocían, a decir verdad, me escocía todo. Intenté incorporarme, pero no fui capaz. Me encontraba como si me acabaran de dar una paliza. Entonces me di cuenta de que no estaba sola. Ahí estaba él, sonriente y aparentemente feliz. ¿Acaso no tenía yo suficiente mueca de dolor? En ese momento le odié con toda mi vida, un sentimiento que echó raíces dentro de mí, y nunca más se fue de allí.

-¿Qué ha pasado? ¿Qué has hecho? ¿Qué es todo esto?

Todo aparentaba ser de un color apagado, colores fríos y distantes. No me gustaba aquello.

-Nada, simplemente...me permití un capricho. No está mal hacerlo de vez en cuando, ¿no? Supongo que pronto te darás cuenta de que no ha sido tan malo.

Miré más a mi alrededor para ver si así conseguía enterarme de algo, puesto que él no me estaba ayudando demasiado a darme por enterada. Casi me da un ataque. Había un enorme charco de sangre en el suelo. Una sangre que provenía del banco donde yo misma estaba tumbada. Mi propia sangre. Pero yo me encontraba impecablemente blanca. Abrí los ojos como platos.

-¿Qué me has hecho? ¿Qué hace toda esa sangre en el suelo? ¡Explícame qué está pasando!

Estaba realmente asustada. ¿Qué pasaba con mi vida, mi propia vida? ¿Había perdido el control? ¿Qué se suponía que hacía en un banco tumbada con un desconocido y un gran charco de sangre, aparentemente mía, al lado? Mientras tanto, el seguía con esa media sonrisa burlona que tanto me exasperaba.

-Tranquilízate, ¿quieres? No es para tanto. Simplemente irás notando que tu naturaleza biológica va dando un ligero cambio. Bueno, o no tan ligero. Eres una de tantas personas, ¿sabes? No dramatices, porque no te ha tocado lo peor. Aunque, en condiciones normales no te habría aconsejado acompañarme afuera en la fiesta. Seguro que tus amigas eran más seguras que yo. Pero necesitaba sustento, ¿sabes? Todos lo necesitamos en algún momento, ¿no es cierto? Y para mí el instinto es lo primero. Además, tu olor es realmente exquisito, algo así como...nardos, ¿puede ser?

Madre mía. No podía ser cierto. ¿Cómo se suponía que continuaba viva? Al ver que no contestaba, continuó hablando:

-En efecto, las muchachas de ahora sois más ingenuas si cabe que las de 1750.

Se echó a reír. Tenía que salir de allí. Me incorporé como pude, no sin dificultades, y empecé a caminar. Sorprendentemente, no estaba débil, tal como recordaba. No tenía ideas claras de los últimos veinte minutos, pero recordaba haberme sentido frágil y dolorida.

Él no me detuvo. Se quedó allí, parado, y luego echó a caminar en otra dirección. Genial.

Sabía perfectamente que la palabra exacta no había salido en toda la conversación, pero yo tenía claro lo que había cambiado, como él había dicho, de mi naturaleza biológica. Perfecto. Era un VAMPIRO, con todas las letras.

Encontré mi bolso tirado en un extremo del parque, con las llaves, el móvil y el resto del contenido esparcido por el suelo. Cuando terminé de recoger todo, continué caminando.

¿A dónde iría? ¿Qué podía hacer? No sabía ni a dónde dirigirme, pero seguía caminando. Era de noche, las farolas ya estaban encendidas. No era algo agradable caminar sola, de noche, y en pleno otoño con el frío clavado en los huesos.

Llegué a la calle en la que se encontraba mi casa. ¿Podría entrar? Mi nueva condición había de jugarme malas pasadas...Nunca se sabe. Decidí probar, y, en el caso de no poder aguantar, huir lo más lejos posible. Alcancé mi casa. Abrí la verja, entré y la cerré de nuevo. Caminé lentamente, subí los escalones, y me detuve ante la puerta. Oía sus corazones latir y la sangre fluir por sus venas. No tenía ganas de ir hasta ellos e hincarles los dientes hasta desangrarlos. Para nada. Sólo pensar en hacer eso a un ser querido me repugnaba. ¿Y si él lo había hecho mal? ¿Y si nada había cambiado en mi naturaleza? Imposible. Tenía unos sentidos excelentes, excepto la vista, que ahora destacaba más los colores apagados.

Entré en casa. Estaban a punto de cenar. Me vi obligada a inventar una mentira a modo de excusa para explicar a mis padres mi tardanza, no eran horas de llegar a casa. Me dispuse a cenar. Aparentemente todo marchaba bien, no sabía por qué, pero me apetecía comida normal.
En ese instante, desplacé mi vista hacia mi madre. No pude evitar hacerlo. En cuanto fijé mi vista en sus venas, no pude apartarla. Yo no tenía intención alguna, pero eran tan gruesas, vivas, llenas de energía...y de sangre. Mi respiración aumentó. Me estaba sofocando, tenía calor, me sentía como un enfermo de fiebre, repentinamente abochornada. Sentí un ardor amargo en la garganta. Milésimas de segundo después, un ardor exactamente igual se adueñó de mis ojos. No podía dejar de mirar a mi familia, concretamente, a sus órganos circulatorios, repletos de apetitosa y dulce sangre. A juzgar por sus miradas, debía tener un aspecto horrible, y, lo que es peor, aterrador. Me miraban con ojos desorbitados, parecían realmente asustados. A la par de ello, mis síntomas iban en aumento. Mis ojos y mi garganta enardecidos, y mi respiración agitada me invitaban, casi obligaban, a clavarles mis ahora peligrosamente afilados colmillos. Tenía que huir. En cuanto me di cuenta, me había levantado de la mesa y tenía ya los dientes hacia fuera, en actitud amenazante. Ya estaba flexionando mis piernas para saltar cuando tomé las riendas y dirigí mi salto hacia la cristalera del salón, haciéndola añicos. Apenas había rozado el suelo de nuevo, cuando eché a correr como si me fuera la vida en ello. Tenía la certeza de que no volvería en mucho tiempo por allí.

esta genial se da un ligero parecido a crepusculo o tal vez a marcada sigue por favor porque la verdad es que me encanta si pudieses leer el que he hecho yo dime tu opinion ok?¿